De este total, alrededor de US$50.000 millones son pérdidas aseguradas, la segunda cifra más alta desde 2011 y un 54% más que el promedio de la última década. La causa principal de este repunte son las numerosas tormentas severas con truenos, relámpagos, lluvias torrenciales, granizo, fuertes vientos y cambios bruscos de temperatura que se han producido entre enero y junio de 2023, que han dejado unos 35.000 millones de dólares de pérdidas aseguradas en todo el mundo. Esto quiere decir que estas tormentas eléctricas generalizadas han provocado casi el 70% de todas las pérdidas asumidas por el seguro.
La mayoría de estas pérdidas mundiales aseguradas se concentran en EE.UU., donde una serie de fuertes tormentas provocó pérdidas aseguradas de 34.000 millones de dólares en el primer semestre de 2023, las mayores pérdidas aseguradas jamás registradas en un periodo de 6 meses. El Estado más afectado fue Texas.
El resto de pérdidas aseguradas procede de severas inundaciones. A principios de 2023, Nueva Zelanda sufrió dos fenómenos meteorológicos graves con apenas dos semanas de diferencia, lo que pone de manifiesto el creciente riesgo de que los peligros meteorológicos afecten a los grandes centros urbanos.
"Los siniestros superiores a la media reafirman una tendencia de crecimiento anual de los siniestros asegurados de entre el 5 y el 7%, impulsada por el calentamiento del clima, pero aún más por el rápido crecimiento de los valores económicos en los entornos urbanizados, a escala mundial.", ha apuntado Martin Bertogg, director de Riesgos Catastróficos de Swiss Re.
No obstante, los terremotos siguen causando algunas de las consecuencias humanitarias y financieras más graves. La catástrofe más costosa, tanto en pérdidas económicas como aseguradas, fue el terremoto de Turquía y Siria, que causó daños materiales y afectó a los medios de subsistencia de millones de personas en toda la región. Según Swiss Re, las pérdidas aseguradas se estiman en 5.300 millones de dólares, mientras que las pérdidas económicas preliminares ascienden a 34.000 millones de dólares, según estimaciones del Banco Mundial.