El cambio climático y la variabilidad climática están produciendo grandes desafíos en la agricultura del corredor seco centroamericano. Con apenas el 2.5% de agua dulce disponible en el planeta, la región enfrenta problemas de déficit hídrico, con precipitaciones por debajo de los 300 milímetros en algunos territorios Esto afecta la vulnerabilidad de las familias y ecosistemas, así como las actividades productivas que dependen del agua. Se necesita mejorar el acceso al agua mediante la implementación de prácticas como la mejora de la infiltración y la cosecha de agua de lluvia.

La agricultura en laderas carece de prácticas sostenibles, lo que aumenta la vulnerabilidad de los pequeños productores. El cambio climático trae irregularidades en el patrón de lluvias, junto con deforestación y degradación del suelo, que pueden causar inundaciones e impactar la fertilidad del suelo. Se recomienda el uso de sistemas de riego eficiente y prácticas sostenibles para conservar los suelos.

Los impactos incluyen la pérdida de cultivos, disminución de la producción y afectaciones a la rentabilidad, especialmente para las comunidades rurales que dependen de su producción para alimentarse. Se observan efectos en la salud, como enfermedades relacionadas con la falta de higiene, y desplazamiento y migración debido a la falta de recursos para mantenerse en los territorios afectados.

La variabilidad climática también afecta la disponibilidad de agua para consumo humano y agrícola, requiriendo estrategias para equilibrar el uso de los recursos hídricos. Se destaca la importancia de trabajar con los actores territoriales para comprender y abordar adecuadamente estos desafíos.

La FAO El Salvador, para el cuidado del agua en zonas rurales busca generar impactos positivos en las comunidades. A través de la implementación de sistemas para el almacenamiento y captación de agua, mejorando el acceso a este recurso vital, lo que beneficia tanto a las familias como a la comunidad en general.

Esto se traduce en una mayor seguridad alimentaria, fortaleza familiar, resiliencia comunitaria y empoderamiento de las mujeres al reducir su carga de trabajo en el abastecimiento de agua. Además, se promueven actividades que generan ingresos adicionales y se garantiza la calidad del agua mediante procesos de purificación y control.