Las cifras son alarmantes, hoy en día, alrededor de tres cuartas partes de todos los hombres participan en la fuerza laboral, pero la proporción de mujeres es solo 1 de cada 5. Esta brecha de género daña el desarrollo económico, dificulta la asignación eficiente de los recursos, y limita la fuerza de trabajo.
El mundo rara vez ha estado en una situación más difícil. Los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes, provocando mayores daños económicos, incluso en los países más ricos. La inseguridad alimentaria va en aumento, y el cambio climático empeora este problema.
Para superar amenazas de esta magnitud, la economía mundial debe funcionar a toda máquina, el crecimiento se está desacelerando en casi todo el mundo. Para fines de 2024, la población de más de 1 de cada 4 países en desarrollo seguirá siendo, en promedio, más pobre de lo que era antes de la pandemia.
Sin embargo, en la mayoría de los países, los responsables de formular políticas siguen dejando al margen a una fuerza económica potencialmente transformadora: las mujeres.
Las mujeres constituyen la mitad de la población mundial. Sin embargo, están notoriamente ausentes en los puestos de toma de decisiones, lo que socava la resiliencia económica.
Ha llegado el momento de crear condiciones de igualdad para las mujeres. De eso depende la capacidad del mundo para salir del estancamiento económico que se ha observado en la década de 2020.