Esta cifra sugiere que la buena gestión de estos activos podría traer muchos beneficios financieros y económicos a los países; sin embargo, también implica un riesgo de contracción económica si la calidad de su gestión empeora.
Esto se debe a que los edificios, las infraestructuras y los bienes muebles de las administraciones públicas están asociados a pasivos de gastos importantes y variables. Por lo tanto, la suma neta de estos activos y pasivos también podría ser negativa si no se gestiona bien.
Las repercusiones de la gestión de los activos no financieros del Estado se extienden mucho más allá del funcionamiento interno del gobierno, y una gestión adecuada es fundamental para la prosperidad económica de países y ciudades, y para la calidad de vida de sus habitantes.
¿Cuáles son los beneficios de una buena gestión de activos públicos?
1. Mejora de los resultados financieros del gobierno: incluyendo el aumento de los ingresos, la reducción de los gastos, y la mejora del balance y estabilidad fiscal.
2. Genera recursos adicionales para la financiación y el suministro de infraestructuras:
3. Reduce las necesidades de inversión en infraestructuras
4. Reduce las oportunidades de corrupción y conflicto de intereses
5. Aumenta la sostenibilidad y la resiliencia climática
6. Aumenta el desarrollo económico
7. Mejora en la prestación de servicios a la ciudadanía
Cada vez se reconoce más que los activos físicos son esenciales para la prestación de servicios a las personas y empresas. Esto es evidente en sectores como la energía, el transporte, las telecomunicaciones y el agua, donde la gestión de la infraestructura, la regulación, el desempeño de las empresas y el comportamiento de las personas consumidoras influyen en la disponibilidad y calidad de los servicios.