El problema es que 50% de los ocupados trabajan informalmente, un 40% recibe un salario inferior al mínimo y 1 de cada 5 se encuentra en situación de pobreza.
Según datos de la CEPAL, la pandemia del COVID-19 desencadenó la mayor crisis que han experimentado los mercados laborales de América Latina y el Caribe desde 1950.
En 2020, la creación de empleo cayó 8.2%, siendo la única caída registrada en los últimos 70 años y, entre 2014 y 2023, la tasa de crecimiento del número de ocupados será de solo 1.26%, en comparación con un 3,2% en la década perdida de 1980.
Además, en la región persisten diferentes barreras de entrada al mercado laboral: una de cada dos mujeres continúa fuera del mercado laboral, la participación laboral de los jóvenes es sustantivamente menor a la de los adultos y la de las mujeres indígenas es considerablemente menor que la de los hombres y la de las mujeres no indígenas, por nombrar algunos ejemplos.
Esto se suma al hecho de que los mercados laborales están viviendo un período de alta incertidumbre, según se destacó durante el evento, ya que los cambios tecnológicos están generando una dinámica de transformación, destrucción y creación de puestos de trabajo.
De acuerdo con los datos de la CEPAL, 28,4% de las ocupaciones tienen un alto riesgo de automatización en la región.