La calificadora detalló que, si el entorno más seguro resulta sostenible, podrían sumarse los inversionistas extranjeros más cautelosos, aunque pueden ser sensibles a los problemas de “gobernanza”.
El Salvador solía estar entre los países más violentos del mundo y la extorsión generalizada de las pandillas era un freno importante para la actividad económica. El comercio minorista, el turismo y la banca son sectores que se beneficiarían de una disminución sostenida de la violencia.
Además de la delincuencia, la falta de acceso al crédito y herramientas financieras es uno de los “mayores impedimentos para el crecimiento potencial” del país.
También, Moody’s proyecta que la tasa de crecimiento económico de El Salvador será de 1.7% este año2023, antes de acelerar hacia su tasa potencial total de alrededor de 2.5%.
Dado que más de 2 millones de salvadoreños viven en Estados Unidos, la economía del país depende en gran medida de las remesas, que representan más de una cuarta parte del Producto Interno Bruto (PIB).
Los flujos de remesas de El Salvador están más fuertemente correlacionados con el sector de la vivienda estadounidense que con la economía de EE.UU. en general. Moody’s ha recortado la calificación de El Salvador en tres niveles desde que Presidente Nayib Bukele asumió el cargo en 2019, a Caa3, lo que significa que el país tiene “un riesgo crediticio muy alto, mala reputación”.