Según estimaciones de la CEPAL, que ya consideran las transferencias monetarias que mitigaron los daños económicos generados por COVID-19, entre 2019 y 2020, la pobreza a nivel de América Latina aumentó más en 4 países andinos (Ecuador, Perú, Bolivia y Colombia), y en 2 centroamericanos (Honduras y El Salvador).
Según la CEPAL, en los países incluidos en este reporte, las asistencias monetarias entregadas en el contexto de la pandemia contribuyeron a contener una mayor subida de la pobreza.
Por años América Latina ha sido la región más desigual del mundo y la pandemia por COVID-19 no ha hecho más que profundizar esa inaceptable posición de la región a escala planetaria.
La Comisión Económica Para América Latina (CEPAL) ha estimado que, a raíz de la crisis provocada por la pandemia, en el 2020, la pobreza extrema en la región alcanzó los mayores niveles en 20 años y alcanzaría el 12,5%, lo que equivale a 8 millones más de personas en situación de pobreza extrema; en términos generales, en 2020 la tasa de pobreza sería el 33,7%, 22 millones más de pobres que el año anterior, el mayor nivel en 12 años.
La pandemia vino a evidenciar y agravar las grandes brechas estructurales e inequidades endémicas que existen en la región y en los países, sea por condición económica, ubicación geográfica, género, raza, edad, etc., empeorando las condiciones de vida de la población, en particular de los grupos más vulnerables y excluidos señala dicha fundación.
Es por eso que la FCCR recomienda a los países:
Mantener, al menos temporalmente, las transferencias monetarias de emergencia, para continuar cubriendo las necesidades básicas de la población más necesitada, en el marco de la recuperación frente a la pandemia.
Para pasar al abordaje estratégico de los problemas de pobreza y exclusión bajo un enfoque de derechos, los gobiernos deberían implementar la Renta Básica Universal, que debería financiarse con políticas tributarias progresivas.