Jueves, 11 Abril 2024 19:30

Los Países de América Latina y el Caribe crecerán más lento que el resto del mundo en 2025

Escrito por Denis Muñoz
Los Países de América Latina y el Caribe crecerán más lento que el resto del mundo en 2025 Cortesía

Según el último reporte del Banco Mundial, América Latina y el Caribe ha avanzado lenta pero consistentemente en solucionar los desequilibrios provocados por la pandemia, en un entorno internacional que apenas comienza a mostrar señales de estabilización. 

No obstante, aún queda mucho por hacer y persisten desafíos como corregir los desequilibrios fiscales, recuperar el poder adquisitivo y recobrar los avances logrados en reducción de la pobreza de la década anterior. Sin embargo, el objetivo central de la región sigue siendo mejorar las anémicas tasas de crecimiento. 

Según el informe, se prevé que el PIB regional se expanda un 1,6% en 2024, con expectativas de crecimiento del 2.7% y 2.6% para 2025 y 2026, respectivamente. Estas cifras son las más bajas en comparación con todas las demás regiones del mundo, y resultan insuficientes para fomentar la prosperidad.

WhatsApp_Image_2024-04-11_at_1.34.27_PM_4.jpeg

Si bien América Latina y el Caribe muestra un dinamismo menor al resto de las regiones del mundo, ya recuperó plenamente el PIB perdido durante la pandemia de COVID-19, el empleo total está cercano a recuperar su valor de 2019, aunque no para todos los grupos y la pobreza se redujo por debajo de sus niveles prepandémicos.  

A pesar de la sólida gestión macroeconómica de la región, las perspectivas de crecimiento siguen siendo bajas, no solo debido a las condiciones mundiales, sino también a temas estructurales que nunca han sido abordados. El crecimiento regional sigue estando obstaculizado por los bajos niveles de acumulación de capital y de crecimiento de la productividad a largo plazo.

WhatsApp_Image_2024-04-11_at_1.34.27_PM_5.jpeg

A lo largo de la región, la ausencia de competencia hace que los consumidores paguen precios más altos por bienes y servicios de menor calidad, reduciendo el bienestar general y contribuyendo a una desigualdad más elevada, dado que los precios de monopolio sobre bienes y servicios esenciales representan una proporción más grande de los presupuestos de los hogares más pobres.