Como resultado, los precios de la electricidad del Caribe figuran entre los más altos del mundo, a pesar de que la región posee abundantes recursos energéticos renovables con los que se podría hacer frente a algunos de los desafíos socioeconómicos de larga data.
El Banco Mundial reconoce la urgencia de esta situación, y por tal motivo tiene previsto invertir casi US$500 millones para 2025 en proyectos de energía renovable en la región.
Sin embargo, el dinero por sí solo no es suficiente: en esta región, el tamaño importa, al igual que la posibilidad de ampliación, la mejora de la capacidad de implementación y la compatibilidad de las legislaciones.
El opuesto de estos factores sostiene la trampa de los combustibles fósiles. Para abordar este desafío se debe fomentar la colaboración entre las naciones y movilizar la participación del sector privado, medidas indispensables para escapar del ciclo actual y liberar todo el potencial del sector energético.
Por esa razón, el Banco busca sacar provecho de su manual estratégico, basado en sus conocimientos especializados a nivel mundial y su poder de convocatoria, para atraer al sector privado y aportar innovaciones y tecnologías de vanguardia a la región.
Los países de la región del Caribe tienen por delante un formidable desafío para garantizar su futuro energético.
La participación del Banco Mundial ayuda a mitigar los riesgos percibidos que se asocian con las iniciativas de energía renovable, sentando así las bases de un progreso sostenible hacia un futuro con energía más limpia para beneficiar a los 18 millones de habitantes de los 19 países de la región a los que presta servicios.