Representa aproximadamente 3% del Producto Interno Bruto mundial (PIB), pero podría decirse que vale mucho más cuando se agrega valor cultural a sus ganancias comerciales.

La resolución de Naciones Unidas reconoce que la economía creativa tiene el potencial de ayudar a los países en desarrollo y países con economías en transición a diversificar la producción y las exportaciones y lograr un desarrollo sostenible de manera inclusiva y equitativa.

Sin embargo, cuando el Año Internacional fue aprobado, nadie podía saber que unos meses después el mundo entero se vería paralizado por una pandemia cuyas consecuencias aún son inciertas. El coronavirus le ha dado un golpe terrible a las industrias creativas, que emplean a más de 30 millones de personas en todo el mundo, en su mayoría jóvenes.

Las estimaciones señalan que en 2020 la cancelación de eventos públicos ha costado a los artistas aproximadamente el 30% de las regalías globales, mientras que la industria cinematográfica mundial ha perdido US$7 mil millones de dólares en ingresos.

A raíz de ello, la UNESCO puso en marcha el movimiento global “ResiliArt”, una plataforma mundial de diálogos virtuales en la que participaron más de mil artistas y profesionales de la cultura de todas las partes del mundo, compartiendo sus vivencias y también formulando recomendaciones para que el sector creativo y cultural salga más fortalecido y unido de la actual crisis.

La innovación y la creatividad humanas son los motores fundamentales de estas industrias y se han convertido en la auténtica riqueza de las naciones del siglo XXI. Por consiguiente, liberar el potencial de la economía creativa implica promover la creatividad general de las sociedades, afirmar la identidad distintiva de los lugares donde prospera y se agrupa, mejorar la calidad de vida allá donde exista, así como la imagen y el prestigio locales.