Hoy, los bancos centrales tienen mayor capacidad para apoyarse en las recesiones y atender el desempleo, reduciendo la volatilidad en lugar de agravarla.
Destacó que, aunque los precios están aumentando en la región, la inflación interanual se estimó en un 9.3% en 2022, claramente por debajo de brotes inflacionarios anteriores y, de hecho, más baja que en la mayoría de las regiones.
Sorprendentemente, la región, con la excepción de un par de casos atípicos, está por debajo del 9.6% de los países avanzados de la OCDE y muy por debajo del 13.4% de los países de Europa del Este.
El Banco Mundial señala que la región de América Latina necesita pasar de una mayor resiliencia a un mayor dinamismo: el crecimiento previsto del 1.6% para 2023 y el 2.4% para 2024 es demasiado escaso para aliviar la pobreza y disipar las tensiones sociales.
Pero estas no son principalmente el resultado de la estrechez monetaria a corto plazo. Se hacen eco del crecimiento de la región en la década de 2010 al 2.2% mientras que el mundo creció al 3.2%, de modo que se trata de un problema de décadas.
Por lo tanto, la institución multilateral de América Latina debe redoblar sus esfuerzos para comprender las barreras a largo plazo para su crecimiento e impulsar las reformas necesarias, ya sea para corregir las deficiencias en la calidad de la educación que no se abordaron durante mucho tiempo, la falta de competencia, la inversión insuficiente en infraestructura o la debilidad de los sistemas de innovación.