En las economías de mercados emergentes, una apreciación del dólar estadounidense de 10%, vinculada a las fuerzas del mercado financiero mundial, reduce el producto económico en 1.9% al cabo de un año, y ese lastre persiste durante dos años y medio.
Por el contrario, los efectos negativos en las economías avanzadas son considerablemente menores: alcanzan un máximo de 0.6% al cabo de un trimestre y prácticamente se disipan al cabo de un año.
Las apreciaciones del dólar de EE.UU. repercuten en la cuenta corriente, que refleja la variación de los saldos ahorro-inversión de los países.
Como proporción del producto interno bruto, los saldos en cuenta corriente (ahorro menos inversión) aumentan tanto en las economías de mercados emergentes como en las economías avanzadas más pequeñas debido a la depresión de la tasa de inversión (no hay una respuesta sistemática clara en el caso del ahorro). Sin embargo, el efecto es mayor y más persistente en las economías de mercados emergentes.
El estudio subraya la importancia de ir más allá de las características normales de cada país y de las políticas macroeconómicas. Las herramientas de política precautorias, como las redes mundiales de seguridad, son importantes para hacer frente a los ciclos de los mercados financieros mundiales y sus repercusiones.
En las economías de mercados emergentes que presentan graves fricciones financieras y vulnerabilidades de los balances, las medidas macroprudenciales y de gestión de los flujos de capital podrían ayudar a mitigar los efectos de contagio transfronterizos.