La depresión en los adultos mayores es un problema generalizado, pero no es una parte normal del envejecimiento. Con frecuencia, no se reconoce ni recibe tratamiento. En los adultos mayores, los cambios en la vida pueden incrementar el riesgo de depresión o llevar a que la depresión existente empeore. Algunos de estos cambios son:
Mudanza del hogar, como por ejemplo a un asilo
Dolor o padecimiento crónico por alguna enfermedad
Hijos y/o familia en general ausente
Cónyuge y amigos cercanos que mueren
Pérdida de la independencia (por ejemplo, problemas para cuidarse sin ayuda o movilizarse, o pérdida de los privilegios para conducir)
La depresión también puede estar relacionada con un padecimiento físico, como:
Trastornos tiroideos
Mal de Parkinson
Enfermedad del corazón
Cáncer
Accidente cerebrovascular
Demencia (como mal de Alzheimer)
El consumo excesivo de alcohol o de determinados medicamentos (como los somníferos) puede empeorar la depresión
En algunas personas mayores, la depresión puede pasar sin diagnosticarse o puede diagnosticarse erróneamente porque la tristeza no es su síntoma principal. Tal vez tengan otros síntomas de depresión menos obvios o no quieran hablar de sus sentimientos. Es importante saber cuáles son las señales y buscar ayuda si la posibilidad de tener depresión le preocupa.