Esto significa que unos US$45, 000 millones por año caen en manos de intermediarios y no llegan a los beneficiarios finales, entre los que se cuentan millones de hogares de ingreso bajo.

Pero se presenta un desafío aun mayor: el sistema internacional de pagos también enfrenta el creciente riesgo de fragmentación.

Algunos son riesgos estructurales para la titular del FMI, son: los proveedores privados de dinero digital que prometen pagos transfronterizos baratos, pero a menudo dentro de su red cerrada de usuarios. Y también hay riesgos geopolíticos: algunos países pueden plantearse la posibilidad de crear sistemas paralelos y desarticulados para mitigar el riesgo de sanciones económicas.

Lo único que harían estos “bloques de pagos” es empeorar los efectos de “bloques económicos” más amplios, creando ineficiencias e imponiendo nuevos costos. Esto ahondaría la productividad y los niveles de vida de todos los países.

Por ello, el mensaje principal de Georgieva es que los países deben trabajar en conjunto para construir nuevas carreteras, ferrocarriles, puentes y túneles, usando plataformas públicas digitales para conectar los sistemas de pagos.

De esta forma los pagos internacionales serían más eficientes, más seguros y más inclusivos. Y lo que es fundamental, se reduciría el riesgo de fragmentación.

Un componente central de los programas piloto es la infraestructura pública. Esto implica plataformas digitales que faciliten la comunicación, el cumplimiento normativo, la competencia entre proveedores de pagos y, en última instancia, la liquidación de operaciones entre países.