Zelaya detalló que los trabajadores se deben de adecuar sus horarios de desplazamientos, lo que obliga a las personas a madrugar más, descansar menos, pasar un menor tiempo con sus familias y a estresarse en medio de la congestión vehicular por lo que un colaborador llega a su puesto de trabajo con menos energía de la que se esperaría.
Otros aspectos que se pueden ver alterados también son las relaciones con los clientes, con los compañeros de trabajo, el nivel de concentración con la que se atienden tareas y la salud mental y física.
La vicepresidenta dio algunas recomendaciones a las empresas, para que su productividad no se vea alterada y estas fueron: Revisar cuales de las actividades se pueden realizar desde la casa o hacer una modalidad híbrida en la que ciertos días se desempeñen tareas desde casa y otros días se desempeñen presencialmente.
Para aquellos trabajos en los que es necesario realmente tener a los empleados de forma presencial en el lugar de trabajo, lo adecuado sería analizar la creación de un horario laboral flexible que permita disminuir la carga de estrés que traen las personas desde la calle.
“Los empleadores tienen que comprender que es una realidad, es un aspecto que no pueden controlar y es necesario controlarlo” mencionó Zelaya, que recalcó la importancia de que las compañías tomen conciencia de este problema para evitar altos índices de rotación de personal, lo que genera pérdidas a las empresas.